miércoles, 25 de julio de 2012

Despierta amigo, abandona la infancia (Parte VI)


El conocimiento en general, lo mismo el racional que el puramente intuitivo, brota originariamente de la misma voluntad y forma parte de la esencia de las fases más altas de su objetivación como una nueva mejané ; como medio para la conservación del individuo y de la especie, ni más ni menos que cualquier órgano del cuerpo.
Por consiguiente, el conocimiento está desde sus orígenes determinado al servicio de la voluntad para la consecución de sus propios fines y permanece a su servicio casi en todos los casos; lo mismo ocurre con los animales y, poco más o menos en todos los hombres. 

Arthur Schopenhauer. 
El mundo como voluntad y representación.

martes, 17 de julio de 2012

Despierta amigo, abandona la infancia (Parte V)


"Los hombres son marionetas, que no se ven izadas por hilos externos, sino accionadas por una maquinaria interna; de allí que, al espectador externo, sus movimientos le resulten inexplicables ... Esta maquinaria es la voluntad de vivir: un impulso tan irracional como infatigable, algo respecto a lo cual, el mundo externo carece de cualquier explicación o justificación que posea una razón suficiente. Se trata del deus ex machina. Dicha voluntad es la que hace moverse a estas marionetas —aun cuando parezcan atraídas por los objetos, los cuales no poseen fuerza para ello— y las mantiene firmemente sobre un escenario del que harían mutis por el foro en cualquier instante. 
Los objetos externos, en cuanto motivos, determinan únicamente la dirección del movimiento de tales títeres, pero, en modo alguno procuran la razón suficiente del movimiento mismo, pues de lo contrario la causa no se compadecería para nada con el efecto. De todo esto se desprende que la vida no compensa tomarse tantas molestias y que, por lo tanto, ella misma no puede ser la meta."

Arthur Schopenhauer. 
El mundo como voluntad y representación.

domingo, 1 de julio de 2012

Despierta amigo, abandona la infancia (Parte IV)


"... el impulso sexual es el más intenso de nuestros apetitos, el deseo de los deseos, el foco del querer; todo nuestro propio querer in nuce y sus motivos eclipsan a todos los demás. Tal como la correspondiente satisfacción del mismo constituye para nuestro deseo individual el apogeo, la coronación, el objetivo último de todos nuestros afanes naturales, con cuya consecución todo queda logrado y con cuya frustración todo queda malogrado... 
De esta manera, el cuerpo es el lugar de origen de todas las representaciones que emergen como una masa abigarrada de deseos, impulsos, actos reflejos y reacciones, y que sólo después de hacerlo, es decir, a posteriori, son representadas en la conciencia. 
... mi cuerpo y mi voluntad son una misma cosa; o lo que yo llamo representación intuitiva de mi cuerpo, lo llamo así en cuanto adquiero conciencia de éste por una vía completamente distinta e incomparable: mi voluntad. O mi cuerpo es la objetivación de mi voluntad o, mi cuerpo, aparte de ser una de mis representaciones, es a la vez mi voluntad." 

Arthur Schopenhauer. 
El mundo como voluntad y representación.